Glosario de urbanidad

25.10.05

ENERGIA, CATASTROFE, CYBERCAFE - Marcelo Corti


martes 25 de octubre

Pablo Bernard: Esta es la segunda edición del Glosario de urbanidad, organizado por el Club de arquitectura. Es el nuevo formato que tomaron las discusiones en el Club, en un momento hubo entrevistas, la discusión evolucionó en torno al espacio público y la idea fue armar un glosario de urbanidad, no de urbanismo, con bastante interés en que quedara clara la diferencia. Las desgrabaciones se publican en el blog, y el proyecto a un futuro es un libro. Invitamos a una persona a charlar sobre unas palabras elegidas por nosotros de antemano. El invitado de la reunión siguiente recibe una de las palabras del anterior, en este caso Marcelo va a estar hablando de dos palabras elegidas especialmente para él y una que hereda de Roberto (Jacoby). Cuando invitamos a Roberto, nos pidió tener una charla antes, le parecía que era más agradable, y eso ya lo hemos adoptado: antes de la charla tenemos un encuentro con el invitado donde nosotros tenemos una estrategia de palabras, pero allí se terminan de definir. En este caso hay una que ya está decidida que es la que hereda del invitado anterior: la palabra energía. La palabra que tuvo bastante preeminencia en la charla de Roberto fue miedo, y la otra era estrategia de la alegría. Marcelo conserva energía, y le propusimos catástrofe y cybercafé, que en realidad era internet y le pusimos el nombre de cybercafé porque nos parecía interesante que nombrara un lugar físico. Estas palabras están muy influenciadas por el trabajo que él está haciendo en el café de las ciudades, esto me sirve para presentarlo. Marcelo es urbanista y tiene una página que les recomiendo, que es café de las ciudades[1], donde entre otra cosas escribe sobre la ciudad, el acercamiento que yo tuve fue desde ese interés. ¿Querés contar cómo surgió el café de las ciudades?

Marcelo Corti: Café de las ciudades es un producto de la crisis argentina. Tengo formación como arquitecto, como urbanista, colaboraba en algún medio periodístico, y en el 2002 todas las semanas me iba quedando sin alguno de los trabajos que tenía. La primera idea era llegar a través de la web a un grupo de amigos, como tenía mucho tiempo y había mucho para escribir, de un newsletter terminó transformándose en una revista. Tiene un formato de revista que aparece una vez por mes, tiene una estructura permanente, lo único que aprovecha de la web es la capacidad infinita de interconexiones. Lo que me interesaba conjugar son dos aspectos de la ciudad, un aspecto más técnico, del urbanismo como disciplina, tomando aspectos ambientales, económicos, políticos, y un aspecto cultural de la ciudad. Son dos cosas que generalmente no van de la mano. Un gráfico de barras puede explicar algunas cosas de la ciudad, y un texto de Borges, de Proust o de Paul Auster puede explicar la ciudad tan rigurosamente como una planilla. De las planillas, de los textos, de los gráficos y de la poesía es de lo que habla el café de las ciudades.
Este libro es La Política, de Aristóteles. La palabra derivada del griego es algo muy vinculado a lo urbanístico. En la antigüedad clásica se hablaba de la ciudad como urbe, como civitas y como polis. La urbe con un sentido territorial, la polis en un sentido más político y la civis como la cultura, las costumbres, aquello que de alguna manera se acerca más a la urbanidad que al urbanismo. Una prevención que me quiero tomar, porque tanto los arquitectos como los urbanistas tenemos muchas veces la mala costumbre de hablar de lo que no sabemos, es algo que me pareció muy gracioso, la descripción que hace Aristóteles de uno de los primeros urbanistas que es Hippodamos de Mileto. Lo describo con palabras de Aristóteles en La Política: “inventor de la división de las ciudades en calles, que aplicó al Pireo, y que por otra parte mostraba en su manera de vivir una excesiva vanidad, complaciéndose en arrostrar la opinión pública que le censuraba por la compostura de su cabellera y la elegancia de su vestido, usando lo mismo en verano que en invierno trajes a la vez ligeros y de abrigo, hombre que tenía la pretensión de no ignorar nada de cuanto existía en la naturaleza, es también el primero que, sin haberse ocupado jamás de los negocios públicos, se aventuró a publicar algo sobre la mejor forma de gobierno”. Para los que son arquitectos la idea de no parecerse en eso a Hippodamos, parecerse en otras cosas, y para mi como auto prevención tratar, aunque se me invite a hablar de varias cosas, de tener como límite que hay cosas de las que yo no sé.
Si les parece, empiezo con mis definiciones.
Como primera palabra, está energía. A mi me parece que la energía en las ciudades tiene dos aspectos. Un primer aspecto es el físico, los recursos, aquello que mueve la industria, los servicios, la energía en el sentido de lo que permite realizar la producción y el consumo de la ciudad. Hay cierto consenso en que la ciudad es una de las mayores consumidoras de energía en el mundo. Gran parte del consumo de los recursos viene según algunos por la ciudad, yo defendiendo a la ciudad diría que buena parte del despilfarro de los recursos que generan esta energía (y que en muchos casos no son renovables o no están bien utilizados, o generan un impacto ambiental terrible) no tienen que ver con la ciudad sino con la anti ciudad. Muchas de las tendencias anti urbanas, de dispersión, de irse a los suburbios, va generando una necesidad de consumo de recursos para el transporte que es una de las principales amenazas a la sustentabilidad ambiental del mundo. O el tipo de instrumentos y tecnología que usamos para climatizar nuestros edificios; muchas veces se diseñan edificios que son indiferentes a su medio natural y que se necesitan climatizar con gran consumo de energía. O la cuestión de que ya no hay temporadas de productos porque para ciertas elites urbanas en cualquier momento del año, en cualquier lugar del mundo, puede haber cualquier tipo de producto. Puede haber naranjas aunque no sea época de naranjas en el entorno rural, puede haber kiwis, uvas, porque hay un sistema mundial de transporte que permite que esos productos lleguen durante todo el año a los lugares donde habitan las elites (no son solamente los países del primer mundo, sino que son las ciudades como Buenos Aires o de cualquier lugar del mundo). Son los efectos perversos de la globalización que va destruyendo la relación entre la ciudad y su entorno agrario. Antes la ciudad era el centro de un entorno rural, que le servía de provisión de recursos. Uno se alimentaba con lo que se cultivaba a 5, 10 ó 30 km de la ciudad donde uno vivía. Alguien estudió que ahora para poner un envase de yogur en una mesa europea la cantidad de viaje que hacía esa botella era de 4000 km, la cantidad de energía que utiliza ese envase para llegar a la mesa es desproporcionada con respecto al valor que tiene el yogur en si. Una cuestión muy poco sostenible. El segundo tipo de energía, que es de la que más se habló en la charla de Jacoby, es la energía humana. Es la forma en que nos entregamos a la ciudad cada mañana y la forma en que la ciudad nos devuelve cuando regresamos a nuestros hogares, tanto en un sentido medible y cuantificable, la energía biológica, como una energía más intangible: el deseo, la autoestima, los miedos, los afectos, la memoria, la esperanza. La ciudad tiene la virtud de ayudar a la generación de esa energía, y por otro lado a veces la consume. La genera por toda la excitación del intercambio personal que está posibilitada por la mezcla y la concentración de personas. Los intercambios profesionales, financieros, afectivos, académicos, sexuales, comerciales. Cito siempre en este sentido una anécdota de un arquitecto catalán, Oriol Bohigas, que contaba de un amigo que había ido a una ciudad, a Sevilla concretamente, a buscar un trabajo porque había visto un aviso en el diario, no encontró el trabajo que buscaba pero conoció a una chica. Consiguió una novia y no un trabajo. El decía entonces, en la ciudad uno busca y a veces no encuentra lo que busca, pero a veces uno encuentra lo que no busca, porque en la ciudad uno encuentra de todo. Creo que es una fuente de generación de energía, y a la vez es una fuente de consumo de energía. Los desgastes ocasionados por la mala calidad de los transportes, la locura de los horarios, la coerción represiva, la exclusión social, el miedo, el consumo. Enlazando estas dos definiciones de energía, hay edificios inteligentes en la actualidad que tratan su relación con el entorno de una manera tal que no solamente consumen menos energía que los edificios no inteligentes, sino que en algunos casos hasta generan energía. En Europa existe un sistema por el cual a través de baterías solares las casas pueden acumular energía y si la que producen es más de la que consumen hasta les pueden vender energía a la red pública. En un sentido más amplio, en el otro tipo de energía, esa energía física y psicológica de la gente que habita las ciudades, se me ocurre que habría que pensar en formas de ciudad que optimicen estos ingresos y egresos de energía y nos den a sus habitantes más energía de la que nos consumen.
Respecto de la segunda cuestión que se me plantea, que es la de la catástrofe, pensé dos cosas. Uno de los artículos periodísticos que les mandé, de Oscar Raúl Cardoso de Clarín del sábado pasado, habla sobre esta cosa tan trillada de la crisis como una oportunidad, el hexagrama del I ching para la crisis es el mismo que para oportunidad. No es lo mismo crisis que catástrofe, pero a días de la inundación de Nueva Orléans ya estaba claro que había gente que pensaba que esa catástrofe era una oportunidad de reconstruir esa ciudad de una forma distinta. Por supuesto con menos pobres, con menos negros, o con los negros contratados para tocar jazz para los turistas en el centro. Esto me trae a otra idea que mencionaba, para quienes no lo conocen unos de los arquitectos más influyentes de la última mitad del siglo XX, sobre todo como crítico de arquitectura, Aldo Rossi. Se basó en un análisis de un economista que estudiaba el tema de las expropiaciones y su influencia en las ciudades y tomó el caso de un barrio de su ciudad, Milán, donde había habido bombardeos durante la guerra. Llegó a la conclusión de que los bombardeos no habían generado algo nuevo que no se hubiera producido de otra forma, sino que lo que hacen estas catástrofes es acelerar procesos que normalmente se dan a lo largo de muchos años por suplantaciones parciales. En un lapso de 50 años una ciudad se renueva completamente. En realidad la catástrofe no induce una nueva forma de actuación sobre la ciudad, sino que posibilita que se desarrollen procesos que igual se hubieran producido. Por ejemplo muchos coincidimos en que al área de las Torres Gemelas en Nueva York, más allá de lo que significa en términos de vidas humanas, le vino muy bien que Bin Laden o quién sea se haya tomado el trabajo de tirarlas abajo y darle la oportunidad a Nueva York de armar un nuevo centro financiero con un sentido diverso de la estructura de las Torres Gemelas, que ya era obsoleta. El World Trade Center era algo de mediados del siglo XX, no respondía al imaginario y a la forma de desarrollo del capitalismo de estos años. La idea de que la evolución de la ciudad necesita destruir algo de su historia, en condiciones normales el proceso lleva décadas, y la catástrofe lo acelera. Hay catástrofes que son en cuotas, las llamo invisibles, o cordiales. El otro día cuando hablábamos de mi sitio, y yo mencionaba cómo había surgido, decían era una catástrofe personal, sí. La Argentina del 2001 y 2002 es una sucesión de pequeñas catástrofes individuales que alteran completamente el sentido de la ciudad. Hay otra visión de la catástrofe en la ciudad que es el ver la ciudad como catástrofe. Hay una frase referida a Nueva York , de Le Corbusier, que dice “100 veces me he dicho Nueva York es una catástrofe, y 50 veces me he contestado, pero es una hermosa catástrofe”. Hay una concepción de las megas ciudades como catástrofes. Cuando se habla del Méjico DF se habla del monstruo. Un libro que a mi me parece espantoso, aunque es un clásico, es La cabeza de Goliat, de Ezequiel Martínez Estrada. Les recomiendo si no lo han leído que lo lean para ver cómo un intelectual puede odiar tanto a la ciudad. Todo un sentido de ver la ciudad como catástrofe que yo no comparto, creo que justamente la respuesta está en la ciudad, y que la verdadera catástrofe es la anti ciudad, diluir la ciudad. Creo que eso es una catástrofe ambiental, política, social y cultural.
Finalmente, respecto del cybercafé, es un lugar que a mi me produce mucha simpatía. En la nota periodística que yo les envíe, que es una nota que salió hace un par de años en Clarín, hay algo que es muy interesante que es la importancia y la extensión que tiene el fenómeno en Buenos Aires. Lugares para conectarse a internet hay en todas las ciudades del mundo, pero en Buenos Aires no es algo turístico sólo del centro, es algo que se da en los barrios, en todo el gran Buenos Aires. Es uno de los recursos que tiene la clase media baja argentina para seguir agarrada del mundo. Hay miles de historias individuales, el que perdió el trabajo y no tiene más la computadora de la oficina se conecta en los cybercafés, todo a 1$ por hora, la gente que tiene un pariente en Europa. Entonces, me parece que comparte cosas como el almacén de ramos generales, la lechería, el prostíbulo, el comité, un encuentro casual de individualidades que no llegan a mancomunarse en una sociedad, pero que crean una especie de espacio público. Cumple a mi juicio el rol de bisagra entre lo público y lo privado, es un lugar no del todo privado y que no llega tampoco a ser del todo público. Donde uno está en un compartimiento individual, pero alcanza a ver un poco la pornografía que miran al lado, o espían la carta que le está mandando un chico a su novia, y se cuida de que no lo espían a uno. Una vez le hice un reportaje a un arquitecto argentino, Roberto Doberti, lo leo textualmente porque es interesante: “yo he escrito muchas cosas en un café [él hablaba del café, y yo justamente reivindico cybercafé más que locutorio, la idea de un café tecnológico donde más que el café lo que importa es cómo uno está en el lugar] no soy el único, mucha gente escribe, dibuja, estudia en un café, es un lugar en parte afectado por ruidos, por cuestiones sonoras y visuales, sin embargo la idea de estar perteneciendo a un cierto grupo donde la lógica del café no llega a interferir la privacidad de la mesa casi produce un efecto de facilitar la concentración. Yo no considero para escribir encerrarme en una bóveda hermética en el tesoro de un banco, me parecería el peor lugar para escribir”, o sea la idea de la biblioteca como lugar aislado y concentrado donde todo ruido es malvenido, y la idea de un lugar con cierto grado de dispersión, de ruidos, de estímulos visuales puede paradójicamente ayudarle a uno a concentrarse. “Esto nos llevaría a una teoría profunda sobre la noción de espacio público y espacio privado, que desde la ciudad de la modernidad se constituyó precisamente por dar a los espacios privados ciertos grados de publicidad. Me parece que esto es lo bueno de las ciudades, no es que las ciudades tengan todo privado y playones públicos, para dar una imagen ridícula. El espacio es público en cuanto tenga trama e interrelación con lo privado. Las conductas privadas, como comer o tomar café, se hacen públicas en el café”. Hay una tendencia a la mezcla, por ejemplo esas peluquerías que tienen a la vez un bar y una discoteca, o lavaderos que tienen lugares de encuentro o cybercafés. En el pasaje Rauch y Corrientes había una verdulería que también era discoteca, que era un escándalo para los urbanistas, cómo se lo habilitaba? era una verdulería o una discoteca? Había tenido quejas de las discotecas de la zona porque estaba habilitado como verdulería, y quejas de las verdulerías porque funcionaba después de las dos de la mañana. Ese tipo de cuestiones a mi me parece que es la idea de la ciudad, la mezcla, en una cultura donde todo tiende cada vez más a dividirse y segmentarse. Ahora hay radios para gente de 18 años y medio a 22 años y tres meses, para gente de 42 a 47, para gente que piensa de una manera, de otra, radios que no hablan de deportes, otras que no hablan de política, radios que sólo hablan de deportes, o sólo de política. Las tendencias del mercado cada vez más malditas en cuanto a que todo es para un determinado target, son peligrosas. En ese sentido, estos lugares de mezcla como es el cybercafé, me parece que son interesantes. Inclusive, cuando pensemos en espacios públicos, centros culturales, centros cívicos, se podría pensar en el modelo del cybercafé. Como Robert Venturi y Denise Scott Brown decían del Strip de las Vegas, cuando lo analizaron como espacio público, que el strip de las Vegas estaba casi bien, y que con alguna cosa más podría ser el espacio público de nuestro tiempo, yo no comparto eso, pero me gusta la frase que está casi bien. El cybercafé puede ser una célula muy elemental de un espacio público de nuestro tiempo que todavía hay que definir.

Sofía Picozzi: Retomo algo anterior, el tema de la catástrofe que hablaste hace un rato, para vincularlo con la palabra energía que es una de las que había quedado de la charla con Roberto Jacoby. Ligar catástrofe con tragedia, de lo que habíamos charlado la otra vez, como si tragedia fuera una solapa de la palabra catástrofe, en qué momento la catástrofe se convierte en tragedia. La catástrofe, o la tragedia, son condensadores de energía muy importantes para la ciudad. Por ejemplo lo de Cromañon enseguida recibió el nombre de tragedia, y lo de las Torres Gemelas quizás fue más una catástrofe, pensando en cómo se catalogó por los medios. Me pregunto si Buenos Aires no tiene una vocación de tragedia. Son energías que enseguida son aprovechadas de manera positiva o negativa por diferentes grupos, políticamente cuando pasan cosas así es una oportunidad enorme, urbanísticamente, y socialmente es un momento en el que se reacomoda todo. El poder que tienen estas energías para que Ibarra haya quedado casi destruido, y en algo que se podría considerar más trágico (por la cantidad de muertes), como lo del World Trade Center en Nueva York, Giuliani quedó como un héroe político.

Marcelo Corti: Me parece que catástrofe es algo más global y las tragedias tienden a ser individuales, se habla de Cromañon como tragedia, pero se cuestionó bastante el hablar de tragedia porque se dijo que en realidad era un asesinato culposo. No sé mucho la diferencia entre catástrofe y tragedia. Las inundaciones son la catástrofe nuestra, no es una catástrofe natural sino que es un producto de una imprevisión nuestra que construimos donde no hay que construir. Las catástrofes nuestras son más políticas, las últimas grandes catástrofes fueron la cuestión de los desaparecidos, y la catástrofe política y social del 2001 y 2002. Lo de Ibarra y Giuliani es interesante, creo que Ibarra tiene el eclipse después de Cromañon porque en realidad no había una construcción política demasiado sustentable detrás. Es un jefe de gobierno que ganó la primera vez, entre otras cosas, gracias a que lo apoyaba De la Rua y la segunda porque lo apoyaba Kirchner, pero sin estructuras políticas fuertes que lo consolidaran. Vos mencionás a Giuliani, yo creo que es uno de los grandes inventos del conservadurismo internacional, porque debe haber pocos alcaldes que hayan hecho menos por su ciudad que Giuliani. Para mi es como el brujo que bailó la danza de la lluvia porque vió que iba a llover y como llovió la gente le atribuyó la lluvia a él. Concretamente la famosa baja de la criminalidad en Nueva York es una baja de todas las ciudades. Hay dos motivos por los que se dice que bajó la criminalidad en Estados Unidos. Uno es que la generación que tiene 15, 16, ó 17 años, o sea la que comete los crímenes más graves, 15 años después de que la Corte Suprema permite el aborto es una generación que en su segmento con propensión criminal no existió, porque los hijos de madres solteras adolescentes (que eran los criminales históricos de la pos Segunda Guerra Mundial en Norteamérica) habían sido en una gran proporción abortados. Es una interpretación siniestra; algo que a mi me gusta mucho más es la idea de que la población afroamericana durante el período de Clinton tuvo prosperidad económica, nunca estuvo más integrada la sociedad negra en la sociedad americana que en los años en los que gobernaba Giuliani en Nueva York y centenares de alcaldes en las otras ciudades norteamericanas. La criminalidad disminuyó en todas las ciudades norteamericanas, inclusive en ciudades donde se aplicaban políticas liberales que nada tenían que ver con la tolerancia cero. Justamente hay gente que puede aprovechar con determinado tipo de actitudes cuestiones que para otros serían causa de perder todo.

Sofía Picozzi: Es reconducir una energía que ya está, aprovechar esos flujos que hay en la ciudad, y no tanto tener que inventar algo nuevo. Esa es la veta de los políticos.

Roberto Jacoby: También hay un aspecto objetivo que es la magnitud de la población penal. En Estados Unidos la población penal se acerca al 1% de la población total.
Es una cifra enorme que aumenta entre la población masculina, joven y de minorías, donde llega al 25 por ciento. Mucho jóvenes tienen como testimonio concreto de su vida que una parte importante de su grupo de pares está preso.
No es solamente una cuestión demográfica sino una política estatal mensurable.

Marcelo Corti: Eso no solamente en Estados Unidos, seguramente entre los que estamos acá no, pero hay sectores en Argentina en los que si no sos Carlitos Tévez no tenés ninguna posibilidad de éxito que no sea hacer un grupo de cumbia villera o salir a afanar.

Roberto Jacoby: La proporción es mucha más alta en Estados Unidos que en Argentina, solamente en Rusia hay tasas comparables de población penal.

Marcelo Corti: Una cosa que me llama la atención es la visión carcelaria y represiva que tiene el actual gobierno norteamericano respecto a cualquier cuestión, y catástrofe concretamente. Lo único que atinó a organizar el gobierno de Bush frente a Nueva Orleans fue mandar a la Guardia Civil para que no saquearan. Ante la gripe aviar, lo primero que hicieron fue organizar el Pentágono con miles de soldados que están preparados, uno piensa que ante la gripe aviar lo que habría que organizar es el servicio de salud, pero organizaron las tropas.
Al día siguiente del atentado de las Torres Gemelas aumentaran las acciones de Blockbuster, porque la gente no iba a salir tanto por temor a un atentado, se iba a refugiar en la casa y alquilar películas. El mercado funciona así. Por ejemplo, en la nota referida a la venta de derechos de emisión de gases, es un tema de mercado. Se piensa en el mercado como regulador, nos hemos acostumbrado a que está mal pensar en la política como mediación. En cambio pensar en el mercado como mediación, pensar en incentivar ciertas conductas o desestimular otras en función del mercado es algo que tiene muy buena prensa.

Roberto Jacoby: Hay una relación histórica entre las ciudades y el mercado. Muchas ciudades comienzan con un mercado, son la cristalización de una feria regional. Me parece que sería útil precisar el uso del término mercado que parece algo peyorativo en todos los casos, cuando es inseparable de la formación de la ciudad.

Marcelo Corti: Pero no sólo. Los griegos tenían el ágora que era donde discutían de política, y tenían la plaza del mercado. Jesús echando a los mercaderes del templo tiene que ver con discusiones que había en todas las ciudades de la antigüedad. Y muchas ciudades no se manejan en función del mercado, hay ciudades políticas, hay ciudades militares… La definición de mercado es un lugar donde hay múltiples oferentes, múltiples compradores, donde todos tienen información y saben cuánto sale lo que quieren comprar o vender, entonces la negociación se hace sobre esa base. Lo que hoy llamamos mercados no responden para nada a esto, hay cada vez más concentración, a los compradores se nos segmenta. Este es un mercado diferente del que generó las ciudades. La economía de mercado tal como nos dicen que es, tiene muy poco que ver con la economía de mercado, porque no es una economía donde todos sepamos todo lo que pasa, ni tengamos igualdad de oportunidades. De hecho en este mundo que se dice globalizado los principales recursos de los países más pobres son los únicos que no están globalizados. No está globalizado el tránsito de los seres humanos, cualquier producto puede pasar cualquier frontera menos el ser humano, y no están globalizados los productos rurales (Europa tiene subsidios para su producción rural, y a nosotros nos dicen que no podemos proteger una industria porque eso sería atentar contra el mercado).

Juan Vacas: ¿En el caso de Buenos Aires, no sería más patente? Me refiero a su hegemonía, al contrabando, las cuestiones sobre la aduana, que más o menos conformaron lo que es la base de la actual ciudad. Me refiero a que siempre hubieron injusticias y que devinieron en conformaciones incluso hasta formales de la ciudad.

Marcelo Corti: La paradoja es que Buenos Aires fue derrotada en todo esto, porque deviene en lo que deviene a pesar de si misma, Buenos Aires es capital de la república a pesar de si misma. La burguesía porteña de 1880 no quería ser capital. Pero sí, es cierto, a veces idealizamos, pero por algún motivo cualquiera que tenga más de 35 o 40 años tiene el recuerdo de una ciudad que parecía más justa y más vivible. Hoy Buenos Aires no es para mucha gente un lugar de oportunidades. Creo que vamos a llevarnos una sorpresa cuando salga el próximo censo, porque me parece que hay mucha gente que se está yendo de Buenos Aires. Vamos a ver seguramente que Buenos Aires no sé si habrá perdido población, pero sí va a haber perdido ritmo de crecimiento y el mayor ritmo de crecimiento se va a dar en las pequeñas y medianas ciudades. El modelo de Buenos Aires estaba atado a un modelo de producción que fracasó.

Juan Vacas: Me parece más preocupante el que se va a los countries, no el que se va a vivir a Chascomús.

Marcelo Corti: Además se degrada la cultura de la ciudad. No idealizo una ciudad de los barrios amables, donde a la escuela iba el hijo del médico y del portero, no sé si era tan así pero seguramente era más parecido a eso que a lo que vivimos ahora. Y esa ciudad convivía con una ciudad terriblemente autoritaria, la mejor época de la escuela pública coincidía con una sociedad represiva. Si esa sociedad tan represiva la teníamos con una ciudad que era bastante democrática, con una ciudad de paredones como la que tenemos ahora… Pareciera que había una ciudad que con todas sus injusticias y su desequilibrio respecto del país por lo menos podía generar algo interesante. La cultura que va a generar este modelo de urbanización yo no sé cuál es. Por eso me produce tanta ternura lo de los cybercafés, algo que es distinto a la tendencia a los ghettos que vemos en los mercados y en la ciudad.

Roberto Jacoby: En tu referencia siempre asocias el espacio público con algo físico, con el espacio real del cybercafé, pero podría pensarse también el espacio público como un espacio virtual... La gente que está en el cybercafé no está solamente conectado con los que tiene al lado. Se está conectando con otro mundo, está chateando, o teniendo encuentros sexuales, o jugando a los juegos en red…

Marcelo Corti: Sí, es un defecto profesional y generacional, como arquitecto tiendo a ver el lugar, y como cosa generacional no tengo una visión tan global. Pero sí, es un lugar de contacto con el mundo y es un espacio público que se amplía.

Roberto Jacoby: La cuestión que brinda, aparte de los juegos en red, es eso de conectarse con otra persona de forma virtual. La gente que entra a los foros, la gente que entra a los chats eróticos…
Marcelo Corti: Uno desde un cybercafé puede estar haciendo cualquier cosa. Yo empecé a fantasear cuando me dieron la consigna y se me ocurrió un cuentito, alguien viene a Buenos Aires exclusivamente para entrar en un cybercafé y mandar un mensaje en función del cual se genera una catástrofe. Uno podría estar haciendo eso en un cybercafé, una conspiración para destruir el mundo. Hay una diversidad grande de individualidades que confluyen en un mismo lugar, es algo estimulante, no diría por eso que es el gran espacio público de nuestro tiempo, pero se puede explorar agregándole qué cosa al cybercafé lográs tener un centro cívico. Como era la biblioteca socialista de los años 20, que era un lugar de intercambio, de reunión, o su alternativa la parroquia.

Juan Vacas: Uno va a buscar la conexión de internet, no creo que uno vaya porque quiere. Lo que es extraño es la tipología que se conformó, hay algunos que son para ver pornografía que tienen puertas, me hace recordar más que a un café de Buenos Aires del 56 a un peep show.

Sofía Picozzi: Cybercafé ya es una palabra obsoleta. El café ya no existe. Cyber.

Roberto Jacoby: Cyber se aplica ahora a muchas cosas, es una categoría, cyber paja por ejemplo. A mi me parece que hay que plantearlo más como un fenómeno nuevo que compararlo con un modelo tradicional. Uno de los grandes valores es el anonimato, toda la gente usa un nickname.

Hernán Barsanti: Pero todo queda registrado…

Roberto Jacoby: Como en todas partes. El tema es no tanto que la gente se escapa de la CIA como que se escapa de la otra persona con la que está hablando, que aparenta que es una mujer y es un hombre, tiene la posibilidad de máscaras. Me parece que en las relaciones que se establecen vìa Internet aparecen algunos de los valores que se rescataban como propios de las energías de la ciudad.

Marcelo Corti: Además la posibilidad de reconstituir la cultura de uno en cualquier lugar del mundo. Uno puede reconstituir su vida en Buenos Aires en cualquier lugar del mundo y viceversa.

[1] completo: soy arquitecto y urbanista, y además de editar www.cafedelasciudades.com.ar, actualmente soy coorsinador técnico administrativo del Consejo del Plan Urbano Ambiental de Buenos Aires

23.10.05

material periodístico suministrado por Marcelo Corti

ENERGIA
Nota del 24/11/02 en EL PAIS Sociedad

"Vendo toneladas de CO 2 a buen precio"
La UE pondrá en marcha un nuevo mercado para ganar dinero por reducir la contaminación
El mercado de derechos de emisiones de gases causantes del cambio climático está a la vuelta de la esquina. Este mecanismo fue desarrollado por Estados Unidos para incentivar económicamente a la industria en la aplicación de tecnologías que reduzcan las emisiones. El Protocolo de Kioto lo hizo suyo. La Unión Europea, que pretende liderar el combate mundial contra el cambio climático, ultima el marco regulador de este mercado en su ámbito territorial y en sus relaciones con los países en desarrollo. El punto crítico será la asignación de emisiones en cuyo reparto trabajan desde hace meses varios ministerios, algunas autonomías, la CEOE y las grandes empresas de los sectores afectados.
GABRIELA CAÑAS - Bruselas

Comprar o vender toneladas de dióxido de carbono va a ser muy pronto una realidad en Europa. Este mercado sin precedentes en la historia es un sistema revolucionario del que se esperan beneficios ecológicos, aunque también económicos a largo plazo. La Unión Europea, que quiere introducirlo el 1 de enero de 2005, ya ha diseñado cómo debería funcionar y la City londinense aspira a convertirse en la sede central de esa futura bolsa de emisiones europeas. El mecanismo será similar al que impera en el mercado de valores. El objetivo: cumplir el Protocolo de Kioto de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
El comercio de emisiones lo ideó la Administración de Bill Clinton y lo abanderó su vicepresidente Al Gore, pero será la Unión Europea la pionera en ponerlo en marcha, toda vez que Estados Unidos se ha retirado del Convenio Marco sobre Cambio Climático de la ONU, más conocido por Protocolo de Kioto.
A falta de concretar todavía algunos detalles, que los ministros de Medio Ambiente de los Quince discutirán el próximo 9 de diciembre, las líneas directrices ya están perfiladas. Cinco mil grandes empresas europeas cuya actividad contamina la atmósfera con una importante cantidad de emisiones de dióxido de carbono estarán obligadas a participar en este mercado. Se han incluido dos sectores, el de la energía (combustión, refinerías y coquerías) y la industria (metales férreos, papel y minerales), es decir, que están afectadas, entre otras, cementeras, papeleras, fábricas de vidrio, de cerámica y acerías, entre otras muchas. Cada país miembro de la UE les adjudicará los derechos de emisión que considere convenientes y, a partir de ahí, cada empresa podrá vender las toneladas de CO2 o dióxido de carbono que le sobren (mejorando así su cuenta de resultados anuales) o tendrá que comprar si su actividad supera la cantidad que le ha sido permitida.
Sólo las empresas seleccionadas por cada país (las más grandes, pues deben emitir más de 50.000 toneladas de dióxido de carbono) detentarán los derechos para emitir, pero todo el mundo (incluidos los brokers de nuevo cuño que surjan) podrá comprar y vender. De ahí que el sistema se asemeje enormemente al mercado de valores. Habrá lugar, pues, también, como lo hay en cualquier mercado libre, para los especuladores. El experimento no está exento de riesgos.
La buena noticia es que el sistema está ideado para incentivar tecnologías más eficientes que contaminen menos el ambiente que todos respiramos. A partir de enero de 2005, cuando entre en funcionamiento, las empresas intentarán por todos los medios consumir menos combustible y, consecuentemente, contaminar menos, pues tal política les permitirá vender "derechos de emisiones". La mala noticia es que, elijan la política que elijan, sobre todo en la primera etapa, todas las compañías tendrán que hacer un desembolso extra.
Las que mejoren sus sistemas tendrán que invertir en ellos. Las que no, tendrán que comprar derechos de contaminación, toneladas de dióxido de carbono, al precio del mercado, en una aplicación práctica del principio de "quien contamina paga". Los Gobiernos adjudicarán los derechos de forma muy restrictiva, teniendo en cuenta los compromisos de Kioto. Y si una empresa sobrepasa el límite que se le ha adjudicado, tendrá que pagar una multa "disuasoria". Los borradores de Bruselas hablan de un mínimo de 50 a 100 euros por tonelada de más.
"Es evidente que a las empresas, sobre todo en la primera etapa, les va a tocar pagar más dinero, pero a largo plazo se presenta, sin embargo, una oportunidad de negocio", asegura el eurodiputado portugués Jorge Moreira da Silva, del PP, ponente de la directiva del mercado de emisiones, ya aprobada por el pleno de la Eurocámara el pasado 10 de octubre.
Moreira está entusiasmado con el sistema que se avecina. Asegura que el mercado de emisiones va a reducir en un 35% el coste de la aplicación del Protocolo de Kioto y que Europa se va a situar en la avanzadilla de las tecnologías limpias, lo que finalmente va a ser positivo también para la economía. "En un año de trabajo he recibido en mi despacho hasta 400 personas interesadas por este asunto", cuenta Moreira. "Muchas de ellas son norteamericanas. Observan con mucho interés la experiencia".
Los acuerdos de Kioto prevén abrir el mercado de emisiones a nivel mundial (sólo entre los países que los suscribieron) en enero de 2008. Para entonces la UE contará ya con una evidente ventaja en un sistema repleto de complicaciones que los políticos están intentando solventar. Por ejemplo: ¿qué pasa si una empresa española compra emisiones a una alemana? ¿Qué ocurre si los especuladores bloquean derechos a la espera de que el precio suba? ¿Y si una empresa reduce su actividad para emitir menos?
La mayor parte de estas eventualidades están previstas, y alguna de ellas siguen pendientes del acuerdo final. Se prevé, por ejemplo, que si una empresa española compra emisiones a una alemana, el sistema corregiría instantáneamente el techo del montante total de emisiones teóricas de ambos países para que el compromiso total de la UE a nivel internacional suscrito en el Protocolo de Kioto se mantenga. Reducir, o incluso parar, totalmente la actividad conllevará una pérdida proporcional de derechos de emitir para que las empresas no caigan en la tentación de producir y contaminar en Túnez, por ejemplo, a cambio de nada.
Reino Unido, Alemania, Dinamarca y, sectorialmente, Estados Unidos ya están ensayando sistemas similares. Uno de los grandes escollos del acuerdo político en Bruselas es, precisamente, el mercado británico. En este país, el Gobierno ha creado un fondo de 43 millones de libras anuales para incentivar la reducción de los seis gases de efecto invernadero (y no sólo el CO2, el más importante, previsto para toda Europa). Bruselas considera que tal fondo puede ser considerado ilegal por cuanto se trata de una ayuda de Estado.
El sistema, con todas sus complicaciones, es innovador, pero no la panacea. Los expertos esperan que el mercado de emisiones ponga su grano de arena en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, pero recuerdan que, por ejemplo, el peor enemigo, el causante del mayor volumen de emisiones es el sector del transporte y para éste no hay previsto ningún nicho en este mercado de emisiones. Sólo un mayor uso del tren y, en general, de los transportes públicos frenarán su potencial contaminante. Un sacrificio, en fin, al que los ciudadanos europeos no parecen estar muy dispuestos.

España, en desventaja
El desarrollo económico español ha disparado la emisión de gases de efecto invernadero muy por encima de su compromiso del Protocolo de Kioto. España emitía en 1990 (año de referencia) 309,7 millones de toneladas equivalentes de dióxido de carbono. El acuerdo europeo le permite contaminar anualmente, hasta el periodo 2008-2012, un 15% más, es decir, 46,5 millones de toneladas adicionales cada año. España ya ha superado ese techo (74,4 más en 1999) y ahora se ve obligada a hacer un esfuerzo añadido mientras que el Reino Unido y Alemania partirán con una inmejorable situación, gracias a la sustitución del carbón por el gas en el primer caso y al cierre de la industria obsoleta en el segundo. El resultado es que las compañías españolas, salvo que acometan una modernización a fondo, se van a ver obligadas a comprar derechos de emisión a otros países excedentarios. "Es evidente que el nuevo mercado les va a costar dinero", dice una fuente diplomática española. "También es cierto que muchas empresas no miran más que las cuentas de resultados. Eso sólo ya no será posible porque el aire que contaminan es de todos". Si España no cumple se expone, además, a las sanciones de Bruselas, ya que el Consejo de Ministros de la UE del 4 de marzo pasado se comprometió a respetar tales acuerdos.La UE es una de las regiones más contaminadoras del mundo. Emite más de 4 billones de toneladas, el 24% de las emisiones mundiales. Sólo Estados Unidos (39%) le supera. Pero la UE, que lidera la lucha contra el cambio climático, pretende reducir 340 millones de toneladas sus emisiones con el mercado de emisiones ya ensayado en Estados Unidos.


CATASTROFE
Nota del 12/10/05 en Clarín

PANORAMA INTERNACIONAL
Los debates que abre el peligro de la gripe aviar
El riesgo de una pandemia coloca otra vez en discusión el tema de las patentes medicinales y la producción de genéricos.
Oscar Raúl Cardoso.

Aun la sabiduría más establecida como respetable en el imaginario colectivo suele saturar, cuando la impotencia la vacía de contenido. Un caso autoevidente de esto es la trillada frase "cada crisis es también una oportunidad" que se suele decir como reflejo ante casi cualquier desastre o tragedia.
El ejemplo más claro es el ya innegable efecto deletéreo de la llamada globalización económica que, suele repetirse hasta el hartazgo, ofrece "oportunidades doradas" para construir un mundo más rico y próspero, mientras al menos un 40% de la población se debate en la miseria, porcentaje que no cesa de crecer.
Es lícito preguntar: ¿Dónde está la oportunidad —si como atestigua el PNUD en su más reciente informe— quinientos individuos en el mundo acumulan un ingreso anual superior al de cientos de miles de los más pobres?
Más recientemente el devastador tsunami del año pasado y los mega huracanes caribeños de este 2005 —Katrina se lleva hasta ahora las oscuras palmas, si Wilma no termina superándolo— se transformaron en presuntos incentivos para que los gobiernos, en el primer caso, inviertan en el diseño de un sistema regional de alerta temprana para los movimientos tectónicos submarinos. En el segundo, para reconstruir una New Orleans devastada de acuerdo con un diseño que la haga más segura para habitar, de cara al poder infinito de la naturaleza.
En el ínterin, entre tanta promesa que puede quedar hueca, tenemos una suerte de terrorismo natural que siempre, no hay duda, golpea con más fuerza a los sectores más débiles de cada lugar en el que se desata.
Hay, incluso, quienes ven en esto otra clase de "oportunidad"; aplicando criterios perversamente selectivos del pensamiento de Tomás Malthus y de la teoría de la evolución de Charles Darwin, proponen aceptar como verdad impiadosa que la naturaleza está combatiendo el exceso de reproducción entre los ejemplares menos exitosos de la especie. Así de sencillo. Algo de este enfoque comienza a estar presente en el debate alarmado que se ha desatado sobre una próxima pandemia aviar. Los modelos matemáticos que advierten sobre una tasa de mortalidad que podría superar los cien millones de seres humanos parecen estar en siniestra sintonía con el pensamiento que prefiere una enfermedad correctiva a otro método de balance también frecuentado por la especie: la guerra.
Con, hasta ahora al menos, un único antiviral recomendado por las organizaciones sanitarias —Tamiflú, producido y comercializado por la multinacional de origen suizo Roche— no hay duda de quiénes podrían estar en condiciones de combatir la enfermedad posible: aquellos cuyos gobiernos tengan posibilidad de adquirir, o controlar, la producción del medicamento y que puedan pagar un valor que hoy ronda los 60 dólares por tratamiento.
Por cierto que, dada la emergencia, este cuadro se modificaría. La empresa dice haber donado ya unas tres millones de dosis a la Organización Mundial de la Salud a pesar de que el número de encargos lucrativos que tiene es casi imposible de satisfacer.
Conviene dejar de lado el grado de eficacia —aun dudosa— de este antiviral sobre el que los médicos advierten que no está absolutamente probada y contra el cual, en cualquier caso, el nuevo virus podría desarrollar rápidamente inmunidad, para detenerse en lo que quizá sea la auténtica oportunidad de la crisis en ciernes: examinar los alcances de la propiedad intelectual y las limitaciones que su protección debería tener.
Como las víctimas de Katrina pusieron en evidencia, la injusticia profunda que tolera en su territorio la nación más rica del planeta, la amenaza de una pandemia de gripe echa luz nueva sobre un ejercicio que hace mucho la sociedad global no pone en marcha: el cuestionamiento de la inviolabilidad absoluta de la propiedad.
El colapso de la URSS en los '90, y la vetustez que aquejó al pensamiento marxista, produjo en esa sociedad una suerte de Alzheimer del pensamiento crítico: no hemos solo dejado de pensar qué se hace con la propiedad; hemos olvidado para qué sirve y debiera servir. ¿Es sacrosanta de cara a la importancia de lo humano?
Cuando, se sabe, hay ya existencias de Tamiflú bajo custodia militar en algunos países, se han multiplicado las voces que le demandan a Roche una apertura de la patente que haga posible que más laboratorios produzcan el antiviral que tiene bajo patente exclusiva, a pesar de que no la desarrolló.
Los laboratorios multinacionales que priman en un negocio global de mas de medio billón de dólares al año son obsesivos con su propiedad intelectual, pero saben que la historia corre hacía lugares que pueden ser incómodos. La enorme difusión del conocimiento, los países que se animan a desafiar patentes con la producción de genéricos y las urgencias que causan las crisis sanitarias suelen poner en riesgo los secretos mejor guardados.
Y hasta el restrictivo capítulo de propiedad intelectual —TRIPs es su sigla en inglés- de la Organización Mundial de Comercio contiene previsiones para que los estados puedan, enfrentados a emergencias, disponer el uso compulsivo de patentes medicinales contra la voluntad de sus dueños.
No en vano Roche admitió hace poco que podría abrir la patente del Tamiflú a algunos laboratorios de genéricos, del mismo modo que otro gigante del rubro, Abbot, terminó por acordar aceptando el desafío que le había presentado Brasil en el caso de una droga para el sida.Pero el caso del antiviral es complejo. Roche insiste en que la droga es muy difícil de sintetizar —asegura que le demanda ocho meses producir cada partida— y que depende de un componente básico, un vegetal de China, que amenaza con escasear. El otro costado que los defensores de la propiedad inte lectual no mencionan es que la situación urge y cada minuto cuenta. Después de todo quizás, sí, haya una oportunidad en esta encrucijada: la de repensar todos los costados de la cuestión "propiedad".


CYBERCAFE
Nota del 12/12/03 en Clarín (y un suelto en rebelión.org)

TENDENCIAS
A través de los “ciberlocutorios”, la clase media baja argentina se conecta a Internet
Los barrios con mayor densidad de locales online son el Centro, Once y Flores. El fenómeno está redefiniendo el perfil del internauta local: hoy, se conecta más gente desde la calle que desde la oficina.
Por Eva Rueda. Especial para Clarín.com.

Como postales urbanas de época, cada “ciberlocutorio” argentino contiene cientos de historias mínimas que lo vuelven único. María tiene 17 años y la despidieron hace dos semanas. Estaba ahorrando para comprarse una computadora para comunicarse con su papá, que hace poco se fue a vivir a España. “Para mí, los ciberlocutorios son un espacio de felicidad: es la única posibilidad que tengo de estar conectada con mi padre... Por un peso, todos los días chateamos durante una hora”. Jorge decidió emprender una empresa propia para obtener un ingreso extra: vende libros usados y, para llegar a más gente organiza catálogos que despacha, por Internet, a conocidos y amigos. “El ciberlocutorio es mi oficina. Me ofrece una PC veloz durante las 24 horas del día a un precio accesible,” dice.
Irma vive en el Once y nunca pensó que a los 60 años iba a pasar tantas horas ante una computadora. Su hija y su nietita de 2 años ya no viven en la Argentina y ella sigue los pasos de la nena a través de la webcam del ciberlocutorio de su barrio: “Si no hubiera sido por el locutorio, nunca hubiera visto a mi nieta correr y saltar como si estuviera aquí, aunque viva en Canadá”. Historias simples de “ese grupito" de usuarios argentinos que un día empezó a conectarse a la red y que hoy suma casi 5 millones de personas. Según el último relevamiento de Clarín.com y la consultora D’Alessio/IROL, el 37 por ciento de ellos accede a la red desde los ciberlocutorios, lo que refleja un aumento significativo respecto a los datos del año pasado, cuando sólo el 19 por ciento accedía a Internet desde la calle.
Los ciberlocutorios, una cuestión que desvela a los teóricos de la comunicación iberoamericanos (quienes lo consideran un fenómeno único en todo el globo), “ablandó” la accesibilidad a la red de los sectores menos favorecidos, cosa que, en otros países, ocurrió políticas de Estado mediante. Según la encuesta, que sondeó personal y telefónicamente a 1.200 personas y a otras 8.200 a través de Internet, el fenómeno de los locutorios con acceso a la red y su consolidación en los últimos 3 años impactó sobre los usos de Internet, conformando, al amparo del fenómeno, un nuevo perfil de internauta tipo. En la actualidad, la conexión desde los locutorios alcanza a la mitad del segmento C3 y al 82 por ciento del D, es decir, a los grupos sociales que los analistas denominan clase media baja.
"Hoy, los locutorios y cibercafés ofrecen PCs modernas conectadas por banda ancha, lo que los vuelve interesantes para la gente de ingresos más bajos, que no puede afrontar el gasto de una computadora y que, a veces, ni siquiera tiene teléfono". Lo revelador del informe es que el 37 por ciento de los internautas argentinos se conecta desde la calle y el 25 por ciento lo hace desde el trabajo. Es decir: la calle “gana” nuevamente “por goleada”. Según los datos de la Cámara Argentina de Locutorios (CAL), hoy, Buenos Aires cuenta con unos 2 mil locutorios con acceso a Internet que se disputan los potenciales usuarios en base a una guerra de “tarifas amables". De los 4 pesos que, en marzo del 2001, cortaba la hora de conexión a Internet, hoy se impone un nuevo estándar: "Un peso, una hora".
"He venido a editar un corto", señala Fabián, un joven estudiante de cine que aguarda su turno en un ciberlocutorio de Flores. "No podría pagarlo de otra forma y calculo que, en una tarde, por 5 o 6 pesos, puedo terminar mi primer película". A su lado, Gustavo, quien a los 70 años se echó mano a las nuevas tecnologías "por necesidad y por curiosidad", está consultando la evolución de valores financieros, tipiando la “triple doble ve” con dos dedos, dejando la vista en el intento. La socióloga Nora D’Alessio dice que los nuevos datos señalan el surgimiento de una nueva realidad que llega de la mano de la "avidez de información", de la creciente necesidad de "apoyo emocional" y de un "cambio cultural": a su juicio, “la vida de muchos argentinos transcurre cada vez más puertas adentro".
D’ Alessio también asocia la explosión de los ciberlocutorios al fenómeno del desempleo, que obligó a quienes se conectaban desde sus trabajos a acceder a la red desde una conexión pública. Pero, además de las cifras, lo que sorprende es el pálpito de la calle. La peatonal Lavalle es el epicentro de los ciberlocutorios: plagada de carteles que invitan a conectarse a cualquier cosa ("chat online", icq, mirc, cyber, juegos en red, pantalla plana, cabinas privadas...), en apenas tres cuadras hay 13 locutorios que compiten a muerte entre sí. “El micro y el macrocentro porteños y los barrios de Flores, Once, Liniers, Villa del Parque y Caballito aglutinan el mayor número de locutorios con acceso a Internet”, dice Bernardo Montenegro, secretario general de la CAL. "Según nuestros cálculos, el 70 por ciento de los locutorios y ‘cybers’ porteños son negocios familiares, mientras que el resto depende de pequeñas sociedades de dos o tres personas. Pero el negocio está empezando a dejar de ser lo que era...," asegura Montenegro. El informe de D’Alessio IROL concluye que el uso de la web en la Argentina sigue en expansión: creció un 32 por ciento en el último año, tanto en el número de usuarios como en el tiempo de conexión. El 80 por ciento de los argentinos de clase alta (que reúne el 7 por ciento de la población) accede regularmente a Internet, al igual que el 50 por ciento de nivel medio alto (que concentra al 15 por ciento de los argentinos).
Hoy, el internauta argentino tiene más de 24 años, aunque el informe detecta una alta incorporación a la red de personas más jóvenes. La mayoría de los usuarios de Internet locales siguen siendo hombres (58 por ciento), aunque las mujeres siguen ganando terreno (42 por ciento). Los ciberlocutorios que ofrecen acceso a Internet lo hacen a través de distintas empresas, entre ellas, Telecom, Telefónica, Iplan, Telecentro y Tpp. La libertad de tarifas (limitadas en su techo, pero no en su piso), la falta de regulación del sector (no hay reglamento que establezca distancias mínimas entre locutorios), la aparición de franquicias y los intermediarios que reciben el 15 por ciento de los beneficios del consumo telefónico son algunos de los rasgos que definen este negocio, en constante transformación.

Internet gratis para los pobres en São Paulo
bulmalug.net
Los concejales de izquierda del ayuntamiento de São Paulo han sacado adelante una iniciativa que merece ser aplaudida: la apertura en las zonas más pobres de esta urbe brasileña de en torno a un centenar de cibercafés gratuítos, denominados Telecentros, en los cuales los parados -que se estiman en el 20% de la población de esos barrios- dispondrán diariamente de hasta una hora de acceso a Internet sin cargo alguno. Se calcula que con la puesta en marcha de los Telecentros, se podrá llegar a más de 300.000 interesados, y se conseguirán objetivos como la disminución de los índices actuales de exclusión digital y social de las zonas destinatarias de estas instalaciones, la capacitación profesional de los usuarios, la revalorización de estas zonas urbanas mediante el aumento del tránsito de personas, la participación popular en la gestión de esos centros y, también, la difusión del software libre. Por supuesto, los Telecentros funcionarán bajo GNU/Linux lo cual, entre otras ventajas, le supondrá a la municipalidad de São Paulo un importante ahorro en lo que a pago de licencias se refiere. Este modelo ha sido puesto como ejemplo, en la Cumbre de la Sociedad de la información, de democratización del acceso a internet.
http://www.rebelion.org/cibercensura/031212tc.htm

13.10.05

MIEDO, ESTRATEGIA DE LA ALEGRIA, ENERGIA - Roberto Jacoby

El martes 11 de octubre fue el primer encuentro del Glosario, con Roberto Jacoby.
Las tres palabras que guiaron la charla son miedo, estrategia de la alegría, y energía.
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Sofía Picozzi: Bienvenidos al glosario de urbanidad. Muchas gracias a la fundación Start donde vamos a estar haciendo estos encuentros, y por supuesto a Roberto Jacoby.
El Glosario de urbanidad lo estamos haciendo dentro del Club de arquitectura, somos un grupo que estamos investigando el tema del espacio público en Buenos Aires, desde diferentes puntos de vista o formas de abordarlo. El glosario es el formato que la discusión tomó en este momento, pero hasta ahora hemos hecho entrevistas, tenemos discusiones internas, escribimos notas, o sea, tratamos de encararlo desde diferentes lugares para ver qué nos va dando.

Pio Torroja: Vamos a continuar una charla que empezamos ayer con Roberto, o que quizás empezamos hace un par de años. Roberto Jacoby, podemos decir claramente el primer artista conceptual de la Argentina, o el segundo, dándole la oportunidad a alguno, que no sé quién es… Su mayor ambición fue pasar de la esfera de “culto” al pop, parece que fracasó, según sus palabras. Estamos tratando de encontrar una palabra, la palabra que nos falta, radar, eso de captar qué está pasando, y poder operar en una situación que no se sabe qué es pero que es algo que no tiene un antecedente, pienso en Tucumán arde. Mi primer encuentro con el nombre de él fue por las letras de Virus, pensé que era una persona de rock, después me enteré que era un artista conceptual. El impacto que tuvo sobre lo que nosotros veníamos pensando que era lo de la ciudad, después de la universidad, fue particularmente lo de Venus. Venus es un lugar para hacer unos experimentos que en la vida ordinaria no se pueden hacer, pero que al mismo tiempo como fueron durante la crisis eran un poco la vida ordinaria esos experimentos, se intercambiaron muchas cosas y se conoció un montón de gente, en un momento fue una cosa bastante cotidiana.
Lo último que hizo Roberto, que ya lo hizo en el 2002, el Darkroom. Ahora lo hizo en el Malba, según lo charlamos ayer es una expresión muy particular, subjetiva, pero era interesante porque vos decías me pongo en un punto de vista de autor y central, pero al mismo tiempo no sé bien lo que hago. La diferencia entre esto super subjetiva y Venus donde vos decís, ahí había un proyecto pero que al mismo tiempo contenía bastante anarquía. Esto es lo que estuvimos charlando ayer que describe su trayectoria, sus intereses, aparte de ser escritor y tener un ensayo sobre Clausewitz, que nadie vio, y un trabajo sobre el miedo que fue hecho en el 80. O sea que es una cosa bastante diversa lo que venís haciendo.

Roberto Jacoby: Decís de manera muy simpática y agradable lo que mi madre considera negativo: por qué no hago algo definitivamente en mi vida en vez de seguir dando vueltas de un lado para el otro. Con el Darkroom yo siento que cumplí con una ambición, obtuve una especie de título de artista, porque si bien el arte conceptual está bastante aceptado, estudiado y establecido por los investigadores, pero finalmente la mayoría de la gente y sobre todo los artistas no creen mucho en el arte conceptual, sobre todo si no se vende. Como mi obra no era mercantil no terminan de convencerse que soy artista, en lo que coinciden otra vez con mi madre. Para ella artista es alguien que vende su trabajo. Esa sería una descripción materna de todo lo que vos dijiste desde el otro lado.

PT: Cuento el debate del glosario. El mecanismo es muy sencillo, es hablar sobre tres palabras con alguien, luego invitar a otra persona a tomar una de esas palabras, o sea que todos van a repetir una de las palabras del que estuvo antes y decir una que va a decir el que viene. Es un debate muy soft, en el sentido en que tomás y lanzás algo. Los intereses son bastante primitivos, de un tiempo a esta parte, después de toda la publicidad que tuvo lo de la crisis, se dejó de hablar del espacio público, o se empezó a hablar muy estereotipadamente, y el interés nuestro es hablar del espacio público, poner unas palabras. Esto es mi punto de vista, no sé si el del Club, hubo una crisis bastante interesante, la del 2001, después de eso yo quisiera preguntar cuál es el espacio que está entre nosotros.
Roberto nos había dicho, en vez de darme tres palabras que no voy a saber qué hacer con eso, armemos una charla y hagámoslo más dinámico. Empezamos a hablar de política de manera general, se fue centrando hasta que llegamos a lo del 2001, de ahí pasamos naturalmente a hablar de Venus pero en un sentido analógico, no hablamos directamente de Venus. Al preguntarte qué es lo que veías que pasó después del 2001, decías es un misterio, podría ser una palabra. Después surgió lo del congelamiento de cierta manera de hablar de la ciudad, con una palabra que era miedo, relacionada con el Darkroom, que al mismo tiempo era una investigación que hiciste en el 86 sobre el miedo como imaginario urbano, no sólo como una sensación. Retomando el tema de Venus y de los intercambios, una pregunta que salió era por qué se perdió toda la energía de las asambleas, los experimentos sociales, y si esa pérdida de energía no había sido buena. Otra palabra era el bienestar, crisis y bienestar para los que estuvieron en Venus era bastante sencillo de entender, se habían caído un montón de convenciones y mitos burocráticos y simplemente acordabas un espacio de intercambio y de bienestar, lo que llamabas tecnología de la amistad. Una de las preguntas es dónde está toda la energía que se liberó en ese momento, y por qué no se había captado por sistemas tradicionales políticos.
La estrategia era centrarnos en dos pares Darkroom/ Cromañon y crisis del 2001/ Venus, que era un poco más sencillo. Darkroom/ Cromañon, para tratar de hacer hablar a Roberto afirmativamente de ciertas sensaciones que nosotros sabíamos que tenían una connotación urbana un poco más siniestra. Podemos empezar a hablar de esta investigación que hiciste sobre el miedo y la conexión con Darkroom, para no hablar de arte…

RJ: La investigación era de tipo empírico. Se hicieron encuestas a una cantidad de 240 personas que estaban divididas por edades, por niveles socio culturales y sexo. Se aplicaba a toda la gente el mismo cuestionario que empezaba con unas preguntas abiertas y después unas cerradas. Las abiertas tenían que ver con evocaciones de la palabra miedo, que imágenes suscitaba la palabra miedo y se indagaba en profundidad eso. Aparecían como algo muy propio del miedo los espacios abiertos, expresados como galpones, estaciones, calles, avenidas, especialmente en la oscuridad y particularmente cuando aparecía gente peligrosa que era definida como jóvenes, borrachos, drogados, patotas, grupos. Del otro lado, también había un temor a las fuerzas de seguridad, a la policía, a los militares, la autoridad, hasta los profesores. Era claramente lo que podía llamarse lo institucional, político y social. Los lugares protectores en cambio eran todo lo contrario, la casa, la familia, mi cuarto, mi cama.

PT: ¿Por qué hiciste esta investigación?

RJ: Por una lectura de lo que estaba pasando, mi interpretación del alfonsinismo no era la de la transición, pensé que era una forma relativamente pacífica de continuar la situación de terror, no había sido una ruptura violenta con la espantosa dictadura que se vivió. Si bien había cosas como el Juicio a la juntas, muy positivas, leía y leo todavía muchísimas formas de continuidad. En el campo cultural es impresionante, el mismo director del Teatro San Martín que se supone que es un lugar progresista de la cultura, es el mismo que estaba con Videla. No tenía una lectura tan optimista, de que cayó la dictadura y todo se resolvió. En época de la dictadura yo había estado pensando bastante en todo esto. Por ejemplo en la ambigüedad de la información acerca de la desaparición, que estaba evidentemente destinado a manipular a la población. Lo que estaba realmente teniendo una influencia sobre el estado de ánimo era el carácter deliberadamente difuso. Por ejemplo, una de las cosas que hacían, desde la Esma era llamar por teléfono y hacían hablar a la persona que estaba en la Esma con la familia, eso generaba un efecto de terror. A la vez estaba todo ese discurso del silencio, del “ yo no me enteré”, pero todo el mundo tenía una historia horrorosa que conocía. Al final del estudio se describía una situación:” viene un auto, salen cuatro tipos, agarran a un transeúnte y lo meten adentro del auto”. Una de las preguntas era, “usted conoce a alguien que le haya pasado algo como esto?” y más del 50% de la gente decía que sí, lo que es una cantidad gigante. Ese es un efecto que se ejercía sobre el resto de la población, que no fueron tocados directamente, pero todos estaban apuntados. Hay una situación de terror que no sé si terminó totalmente, porque después siguió con la policía, los secuestros policiales… Que por ahí empezó a aflojar hace uno o dos años, con cosas como la policía dos en la provincia de Buenos Aires, es una fuerza policial que controla a la otra, empieza a haber un límite a la delictividad policial. Es una situación que se prolongó desde la época de la policía de Rosas, lo que Pio y Mauricio enfatizaban eran las diferencias, lo que me parece muy bien, pero sin embargo hay unos trazos comunes de una aquiescencia ante la arbitrariedad armada del estado que es importante en la historia argentina.
Si yo tuviera que enfrentarlo, diría acá hay una estrategia del miedo y una estrategia de la alegría. Uno tendría que darse cuenta de las estrategias del miedo y trabajar sobre las estrategias de la alegría.

PT: ¿Qué son las estrategias de la alegría?

RJ: Todo lo que en general se considera frívolo. Esta charla por ejemplo es estrategia de la alegría, el poder juntarse una cantidad de gente a tomar vino, a pensar, a charlar. Los chicos de barrio norte, ociosos, que están en Venus…
Mi posición es de un pesimismo total. Y se basa simplemente en la lectura de los diarios[1]. Lo que fue la revolución china por la que murieron millones de personas para establecer el comunismo y ahora es el sistema de explotación esclavista más horrible que hay en el planeta, o lo que es Corea del Norte, donde mueren millones de niños de hambre, o lo de Camboya, un genocidio como el de Camboya….

Julián Reboratti: O el gran Buenos Aires…

RJ: No, la verdad que no [2]. Un genocidio como el de Camboya no hay muchos en la historia, está el de los fascistas, el de Stalin, el de Camboya y no sé si hay muchos más.
Es simplemente pensar que dentro de estos 5 mil ó 6 mil millones de personas que están viviendo en tremendas catástrofes, en cualquier lugar, completamente desmoralizados porque no hay ninguna esperanza, porque el socialismo demuestra lo que es, el capitalismo ya lo sabemos, entonces, ¿qué queda? Que el uno por millón de la gente que tenga ganas de hacer algo diferente y que tenga posibilidades materiales de hacerlo, trate de hacerlo. Es decir, no postergar las posibilidades de crear un espacio fraterno, o igualitario, justo, de intercambio, lo que se quiera. No hay por qué postergarlo 5000 años más.

PT: ¿Cuándo empezaste a pensarlo así?

RJ: Fue un proceso bastante lento. Hasta el 86, 87, pienso en la idea de una revolución, de la toma del poder. Después me doy cuenta que el peligro es la revolución. Lo peor que ha sucedido es cuando las revoluciones tomaron el poder, mientras no lo tomaban había esperanzas, servía: mejoraba la higiene, había medicina social, crédito barato, en los países centrales. Además, no creo que tomen el poder por ellos mismos, sino que toman el poder porque las condiciones sociales los llevan a eso. Mi idea de revolución no es de una cosa que la fabrica un grupo de personas. Tiene que haber una situación revolucionaria, no se puede crear una situación revolucionaria.
Durante la dictadura yo pensaba un sistema que no lo logré implementar pero básicamente por falta de decisión, por creer en los grandes objetivos. Era un sistema que se llamaba “Internos”[3]. Era simplemente hacer fotocopias de textos y hacer una lista de distribución, como si fuera internet, sólo que no había internet, entonces se hacía con un cadete que llevaba a las casas lo que la gente escribía. Pero no lo hice, hice el logo. Lo que sí hice en ese momento fue una entrevista a un tipo que a mí me parecía el sociólogo y el cerebro político más importante de la Argentina que se llama Marín. Le hice la entrevista, la publiqué en la revista Crisis, fue muy inquietante para todo el mundo y después en el número siguiente mucha gente relevante discutió sobre eso. Finalmente hice un libro de entrevistas, que no se imprimió pero que se distribuyó, donde veinte intelectuales de primer nivel de la Argentina discutían esa entrevista. Aira, Piglia, Fogwill, Dios y María santísima. Abraham, Jitrik, Estaba hecho en forma de red. Se hacía la charla, se desgrababa (en algunos casos ellos escribían y después se fotocopiaba, se encuadernaba y se repartía entre todos). Entonces esas ideas de armar circuitos, redes, formas de diálogo y discusión es algo que vengo pensando y haciendo desde hace bastante tiempo, mucho antes que Venus. La otra cosa que intenté y que es lo que me falla es la parte pop, que me salió más o menos bien con Virus, pero que se cortó ahí.

PT: ¿Con Virus aplicaste la estrategia de la alegría?

RJ: Por ejemplo el segundo disco que se llama Recrudece llama directamente a dejar de estar sentado en los recitales, a bailar, o sea, a tomar conductas activas. Lo que predominaba en el rock hasta entonces era más el tipo sinfónico, de sentarse y escuchar como a un predicador. Yo lo intenté de una forma deliberada, obviamente era una corriente mundial, no es que lo había inventado yo, la New Wave existía en todas partes.

Leonardo Solaas: ¿Cuál fue tu propia experiencia con el miedo durante la dictadura?

RJ: Espantosa, vivía aterrado.

LS: ¿Por qué no te fuiste?

RJ: Me fui, me fui durante tres meses. Y volví. Volví por una cuestión de identidad. Hoy no sé si volvería. Está bueno porque ya pasó y sobreviví y no me detuvieron, pero no se si lo volvería a hacer. Además era muy probable que me detuvieran, por las cosas que yo hacía en esa época. No era una actitud inteligente. Frente al miedo hay una cantidad limitada de cosas que podés hacer. Una es la fuga, la otra es el combate, elegir entre la fuga y el combate es muy importante. O huís, o te quedás, lo jodido es quedarte en una situación en que estás aprisionado por algo y no te enfrentás con ello y tampoco te vas; entrás en una situación de auto destrucción, de parálisis.

SP: ¿La estrategia de la alegría sería luchar contra esa parálisis?

RJ: Sería una situación que se parece más a otra posibilidad que agrega Canetti, que es la metamorfosis. El lo toma de la mitología griega, en muchos momentos en los combates mitológicos cuando están por atrapar a alguien se transforma en cisne y se va nadando. Canettil trabaja esa idea de lo que sería una especie de fuga permaneciendo en el mismo lugar, lo que cambia es la forma. Entonces quizás lo de la estrategia de la alegría es como una metamorfosis, el disfraz, el juego, la diversión, una forma de establecer relaciones sociales que son en un punto “inocentes”. El que lo tenía clarísimo es el Indio Solari. El decía que su tarea era de bienestar público. Esos espacios de baile, de música son un lugar propicio para eso. Aunque en algunos casos se convierten en lo contrario, las discotecas que terminan siendo lugares de encierro, carísimos, donde te cierran las canillas para que les compres el agua, te venden droga cara, mala.

LS: ¿La alegría siempre es buena?

RJ: Siempre va a ser mejor que te sientas bien, que estés contento, que estés físicamente relacionado a que estés paralizado, deprimido, melancolizado o simplemente amargado.

LS: Pero, ¿el circo no es también funcional al imperio? ¿No tiene una función de descarga de energías? Vas al recital o a la cancha, hacés un poco de catarsis y después te quedás tranquilo...

RJ: En un punto sí, desde el punto de vista político sí, pero si lo analizás desde lo social, no. En general trabajo mucho más en un plano social que en un plano político.

LS: Por ejemplo, el Mundial 78, que fue el circo de la dictadura, y en realidad era funcional al terror, a la opresión...

RJ: Si en vez de hacer un mundial hubieran hecho un bombardeo de la ciudad, hubiera sido mucho peor. Una famosa anécdota de lo que pasaba en el exilio, que ya se pasa del otro lado, es que en el exilio se festejó el mundial. En Méjico estaban los argentinos con la bandera… También a ellos les alegraba, les levantaba el ánimo. Trabajar sobre el estado de ánimo, es fundamental. Por ejemplo, cuando se pierde la guerra, qué se infunde? Miedo ¿para qué? Para destruir el estado de ánimo. Clausewitz explica eso. Contra lo que mucha gente cree, que piensa que Clausewitz era un teórico de la aniquilación física, no es así. Lo que dice él es que hay que destruir la voluntad de lucha del enemigo, no el cuerpo del enemigo, y para destruir la voluntad de lucha hay que incidir sobre el estado de ánimo. El mecanismo es el miedo.

PT: ¿El Darkroom tiene un sentido catártico o nada que ver?

RJ: No sé. Pero una de las cosas que pensaba era el trabajar, entrenar respecto de esta situación difícil, de oscuridad, de aislamiento.

SP: ¿Te parece que en paralelo a esto de la estrategia de la alegría en el Darkroom estarías mostrando lo otro, la oscuridad?

RJ: Yo lo ubico dentro del campo del arte, hay que establecer diferencias. Hay un campo en el que no tengo que dar ninguna justificación, no tiene que ser racional, ni práctico. En este sentido Venus no es eso, ni ramona.

PT: ¿Venus no es arte?

RJ: Para mí no, es una actividad político social, de bienestar público.

LS: Lo cual dejaría pedaleando en el aire a nuestro amigo Reinaldo Laddaga.

RJ: El puede pensar lo que quiera, y además si lo puede vender como arte, mejor. En eso coincido con el GAC, que dicen que lo que ellos hacen no es arte, pero si alguien lo compra como arte ellos lo venden. Yo no tengo problema en venderlo como arte, si alguien lo compra… Es otro planteo, en lo artístico no sé a dónde voy y los límites que tengo son los de la lógica interna que tiene la producción de la obra.

PT: ¿O sea que no podríamos pensar su nivel de estrategia urbanística?

RJ: No por mi parte. Las consecuencias o las relaciones que pueda tener con los darkrooms realmente existentes, pueden ser reales, pero yo me ubico en un campo mucho más arbitrario, no digo que no pueda tener consecuencias políticas o urbanas.

PT: Voy a usar la palabra que usabas vos ayer, misterioso, misteriosos los motivos que te llevan a hacerlo, y la usabas también para explicar lo que pasó en el 2001. Venus estaba tan enganchado en ese tipo de energía…

RJ: Sí, tengo un radar. En los 60 era igual, yo hice una obra con una teletipo justo cuando sucedía mayo en Paris, yo no podía prever que la teletipo iba a ser tan central. Con Virus también funcionó el radar. Con el Rojas. Me decidí que me iba a dedicar al arte y dejar toda otra actividad en el 98, 99. Dos años antes del 2001 empecé con Bola de nieve, con la Chacra, con 13 chicos lindos.

PT: ¿Y por qué te parece misterioso lo que ocurrió en el 2001?

RJ: Misterioso no me parece el evento en si, si no adónde había ido la energía, por qué está Kirchner en el gobierno, podría estar cualquier otro.

Daniel Goldaracena: En relación a lo que decías del miedo como política de estado, cómo ves que funcionó eso en el 2001?

RJ: El miedo se eliminó por la constitución de un espacio social autónomo. El hecho de encontrarte con la gente en la calle te hacía sentir protegido. Era una situación de catástrofe, pero eso mismo generaba una solidaridad y un estado de igualdad, como cuando hay una inundación. Fue algo que superaba a todos. La amenaza no fue individualizada, abarcaba a todos por igual. Es distinta que la amenaza de la policía en la época de la dictadura, todas eran víctimas virtuales, pero solamente uno era real. En cambio en el 2001 todos eran reales.

JR: También hay que ver qué tipo de estado es.

RJ: Claro, estaba muy descalificado, no tenía autoridad.
La gente se entusiasmó con la situación. Yo creo que el miedo era inferior a la situación de libertad que se vivió.

Mauricio Corbalán: Si todo sigue igual, entonces hay algo que cambió. Como en esas situaciones de posguerra donde hay una gran reconstrucción y un interés por olvidar muy rápido lo que pasó. Se construye un olvido mucho más rápido que los acontecimientos, pero después eso vuelve a aparecer. No se puede reconstruir exactamente igual algo.

JR: Yo creo que tenía más peso del que creíamos el miedo de la clase media. La clase media fue la base de la idea de un cambio. En las villas hay comedores, está organizado socialmente, lo que no ocurre en la clase media. Una vez que ese miedo desaparece, cuando cada uno puede volver a tener su tarjeta de crédito, eso que estaba dándole unión y una posibilidad al cambio y a la discusión social, desaparece. Porque ellos no querían cambiar en realidad.

LS: ¿Venus sería una especie de asamblea permanente, o no tiene nada que ver con una asamblea?

RJ: Es lo que quiere ser o lo que quieren que sea. Hubo un momento en el que planteamos una asamblea y nadie quiso. En Venus nadie quiere tomar el poder. La voluntad general era no hacer nada.

SP: Pero así funciona y bien.

RJ: Hasta ahora funcionó así. Una de las claves de Venus es deslizarse hacia el mínimo esfuerzo.

MC: Buenos Aires, si vos te auto denominás un radar, es una ciudad que tiene brotes de individualismo, es escéptica, y esto es parte componente de esa energía. Lo de Venus tiene en ese sentido sus propias metamorfosis, está utilizando las energías de la gente de esta ciudad. Hay una estrategia ahí: pasarla bien es tener un acuerdo mínimo, podemos tener un lugar, no sé cuánto va a durar ni quién lo va a administrar, pero le doy una existencia a eso.

PT: ¿Y no se perdió mucha energía así?

RJ: Yo creo que Venus se podría haber aprovechado mucho más de lo que se aprovechó. Está subutilizado. Lo que estamos hablando con Leo (Solaas) es de armar el proyecto W, sería una especie de vip de Venus, para un número limitado de personas. Supongamos que son 100, para que entre uno nuevo tiene que irse alguien. Un cuerpo de elite. En la actualidad no se están cumpliendo las normas mínimas venusinas, poner una foto, escribir una biografía, estar dispuesto a dar algo a cambio, tener una actitud amable con los demás, relacionarse activamente con los otros, eso se da en una cantidad mínima. Hay 510 inscriptos y si hay veinte que hacen esto es mucho. Entonces, ¿se puede transformar la sociedad venusina? No, no perdamos el tiempo, en vez de derrumbrar la antigua sociedad, construyamos otra. Acá sí, las reglas están clarísimas, quien no participa de proyectos con otros en un tiempo determinado, por sistema, por default queda afuera, y entra el candidato siguiente. Las normas son hacer algo con los demás, ya sea proponiendo un propio proyecto para que otra gente trabaje en él, o incorporarse al proyecto de otros.

PT: Es una reflexión sobre la pérdida de energía en el proyecto Venus.

RJ: Hay una cosa que se llama “viaje gratis”, que es un fenómeno social contrario a la actividad, movilización, generosidad, etc. Es un movimiento espontáneo. Cuatro vecinos se reúnen para que la plaza de la esquina esté más linda, los demás vecinos no contribuyen y tiran basura, pero sus hijos sí disfrutan de la plaza. Esto lleva a la desmoralización de los cuatro vecinos, y deja de haber plaza. Me parece que es bueno encontrar mecanismos para detener esa fuerza entrópica. Un mecanismo del tipo proyecto W es anti entrópico, donde hay intercambio, donde el lazo social se reconstituye. Se pueden encontrar nuevas formas de lazos sociales. Por ejemplo la idea de que cooperar con otros puede significar que vos lo mandás al otro, o que todos tiene que estar en pie de igualdad, y por ahí vos te podés plantear, como hace Leo, “yo quiero trabajar bajo las órdenes de alguien”. ¿Conocen la obra que está haciendo Leo, una obra de net art donde él se ofrece como empleado? Pero él va a elegir a su patrón. Puede haber una gran productividad regida por el individuo, eso es muy importante de entender cuando se trabaja sobre colectivos. Porque me parece que una de las cosas que liquidan a los colectivos es la suposición de que el individuo debe desaparecer en el colectivo. Poner al servicio de un individuo una creatividad colectiva, eso me parece que es mucho más interesante, además puede ser rotativo. Puede ser más interesante que uno dirija un proyecto y que otra gente haga bien lo que él quiere, en lugar de discutir durante cuatro años para hacer un flyer.

PT: Quizás lo que se plantea en esta discusión es que lo que terminó de arruinar a las asambleas es la idea de igualdad entre las partes. Se plantea de nuevo la idea de hacer un espacio de intercambio, y lo que aparece primero es la idea de que si no hay una igualdad, entonces hay algo excitante y entonces podría funcionar. Yo sí lo tomo como modélico.

LS: Hay algo de estupidez democrática que consiste en la fetichización de ciertas palabras, igualdad, participación, horizontalidad, y lo que no se encuadra en esas palabras cae del lado de lo malo. En definitiva eso se vuelve persecutorio, Venus es un buen escenario donde ver eso, hay siempre una especie de policía venusina viendo si todo lo que se hace allí es participativo, falta un pensamiento un poco más complejo de una relación que es mucho más difícil entre el individuo y el grupo. Que se produzca algo no surge de la horizontalidad sino de que alguien en algún momento tome las riendas y lleve a los otros.

MC: Vos podés optar por qué tipo de contrato querés celebrar y en qué tipo de desigualdad querés participar. La palabra igualdad suena un poco abstracta cuando está usada de esa forma. Hay una igualdad de los miembros que en realidad parece una fase de iniciación para decir: arriésguense, todos tenemos las mismas posibilidades. Pero en realidad cada uno quiere celebrar un contrato a partir de sus propias expectativas que no tiene que ver con la igualdad. Vos lo que ofrecés es un determinado tipo de contrato en una situación donde yo pueda evaluar esta desigualdad que estoy exponiendo públicamente. Ahí hay una línea de fuga de Venus. En dónde podés elegir tu desigualdad.

PT: Un modelo sadomasoquista. Experienciar roles asimétricos. Ayer tratábamos de pensar por qué había fracasado tanta energía puesta en las asambleas. No se pensaron estas desigualdades.

LS: El derecho a la palabra era universal, y los que más lo ejercían eran los más amigos de la palabra, que muchas veces no tenían nada que decir pero les gustaba mucho hablar. Creo que un factor importante del fracaso de las asambleas fue ese, una carencia de mecanismos para filtrar el uso de la palabra. Una manera en que me puedo imaginar el proyecto W como algo interesante es como una especie de mercado de proyectos. Donde si tenés una idea la tenés que vender, y los otros en vez de pagarte con dinero te pagan con su atención y con su tiempo, que es el bien más escaso.

NOTAS POSTERIORES DE ROBERTO JACOBY:
[1] O de ver televisión: la casi totalidad de la población tiene deseos, códigos, intereses que a mi me parecen poco interesantes. No leen a Brecht ni ven el nuevo cine tailandés sino a Susana, Tinelli, Pergolini y aun cosas mas deficientes. Yo no quiero vivir así. Tampoco creo posible ni útil reformarlos, iluminar a los bárbaros. Por otra parte, cada uno de nosotros comparte una porción de ese tipo de cultura, aunque depende de la proporción y de las combinaciones.
[2] Debo corregirme. Es verdad que no existe un cálculo del genocidio silencioso producido por el capitalismo, el colonialismo, el imperialismo. Se dice que el colonialismo mató 150 millones de aborígenes en América. Eso lo pondría a la cabeza de todos los genocidios conocidos.
Acerca del efecto genocida del capitalismo habría que ver, es posible. Sin duda habria que contabilizar la mortandad infantil, la modificaciones anatómicas, la destrucción de la vida plena, todo lo que se llama biopolítica.
Pero estas cuentas no me harían menos pesimista sino más.
[3] El nombre tenía un doble sentido, “entre nosotros” y el de “internados” como suele denominarse a los prisioneros o a los enfermos, es decir personas devoradas por las instituciones totales.